La “etnografía multiespecie” como tecnología de especificación

From the Series: Alterecologías

“Sociedad de animales”. Extraído de: Lévi-Strauss, Claude (1964) El pensamiento salvaje. México, Madrid: Fondo de Cultura Económica. Pp. 128-29. Ilustración: Gangel, Metz. Caricatures. Paris: Musée National des Arts et Traditions Populaires, Cat. N08 50-39-2583.

Cultural Anthropology ha sido el lugar en el que, inicialmente, la “etnografía multiespecie” (en adelante EM) ha tomado forma como un creativo género escritural y modo de investigación surgido en el cruce de campos como los “estudios ambientales”, los “estudios animales” y los “estudios de la ciencia y la tecnología” (Kirksey y Helmreich 2010). De la EM podríamos destacar una serie de características: la combinación de técnicas procedentes tanto de las artes como de las humanidades y las ciencias sociales; una aproximación multisensorial a la realidad; una actitud experimental no positivista; la consideración de redes de actantes humanos y no humanos (todos creativos a su manera); la concepción de la producción de conocimiento como producción de modos de existencia singulares y colectivos; la tendencia a visibilizar nichos de esperanza bioculturales en un contexto global de historias apocalípticas; la constatación de nuestra enmarañada existencia multiespecie en tiempos del Antropoceno, Capitaloceno, Plantacionoceno y Chthuluceno; y, finalmente, el impulso posthumanista que conduce a hacer legibles las vidas (bio-grafías) no humanas, así como la pregunta política por su “voz” o representación y por quién se beneficia de quién.

No obstante, transcurridas una década y media de EM, y quizás más de dos décadas de “estudios multiespecie”, es necesario realizar un balance capaz de ubicar los impasses y de dibujar derroteros que permitan superarlos. A este respecto, Watson (2016) avanzó considerablemente, puesto que, en sintonía con lo que hemos planteado teóricos de los “estudios críticos animales” en diversas latitudes, él demuestra que la EM ha tendido a adoptar a los animales como fuentes analíticas y narrativas con el objetivo, más o menos inconsciente, de diferir los temores y las ansiedades despertadas por futuros asociados a la crisis de la modernidad industrial. Tomando como ejemplo una investigación realizada por van Dooren sobre cuervos en cautividad (2016), Watson asevera que, contrario a lo que pretende su autor, las historias de los propios cuervos terminan convertidas en mitemas y alegorías que obvian la complejidad de los mundos animales (Umwelt), no toman lo suficientemente en serio los conocimientos procedentes de la biología, anteponen acríticamente a la realidad nociones procedentes de la filosofía continental (en especial la de devenir) y terminan reproduciendo un tipo particular, intelectualmente elitista y estetizado, de “optimismo cruel” (Berlant 2011) en tiempos de crisis socioecológica.

Vidas desechables (óleo sobre tela: alto 50cm, ancho 60cm). Pintado por Andrea Britto Moreno.

Podemos constatar esta tendencia en otros dos artículos arquetípicos. El primero (De la Cadena y Martínez 2020) explora las diversas relaciones con vacas en el contexto de las ferias ganaderas y las granjas de pequeños campesinos colombianos. Se llega a la conclusión de que las clasificaciones son inestables y que esa inconsistencia se expresa en el lenguaje, al tiempo que se plantea un juego terminológico con los conceptos anglosajones race y breed. La tesis es que no existe la raza, en singular, sino relacionamientos diversos con los animales, los cuales, en última instancia, terminan aludiendo a preocupaciones típicamente humanas sobre la identidad y el terreno social en el que esta se construye. La complejidad del modo de existencia de las vacas y la pregunta por sus condiciones de vida están casi completamente ausentes. El segundo artículo (Moore y Kosut 2014) presenta los resultados de una EM realizada en la ciudad de Nueva York, centrándose en las prácticas de apicultores urbanos en momentos de extinción de las abejas. Sus autoras afirman que es necesario desarrollar, como metodología, el mindfulness intraespecie: una suerte de atención profunda multisensorial que conduciría a la especulación de la ontología de las abejas. El resultado de ese ejercicio “especulativo” consiste en que debemos considerar el sufrimiento y la explotación de las abejas, ya que se encuentran inmersas en relaciones injustas, en las que son sometidas a procesos sin su consentimiento. Sin embargo, no se plantea ninguna reflexión política rigurosa, no se explora la complejidad de la industria de la apicultura y no se dialoga de manera crítica con los saberes entomológicos y etológicos.

En ambos trabajos, la EM funciona como una tecnología de especificación que no solo oblitera la complejidad de las existencias animales, sino que contribuye a la producción de lo humano y a la reproducción de ciertas relaciones de poder con lo no humano. En el primer caso, se obvia que los diferentes conceptos de raza tienen en común la reducción de la complejidad vital para su explotación (trátese de breed o race), y que esto ya niega la posibilidad real de tratar como sujetos a las vacas; termina, entonces, imponiéndose la propia necesidad humana de ubicarse subjetivamente en un contexto de crisis ecológica y de identidad. En el segundo caso, la aproximación multisensorial, declaradamente afín a los conceptos de mindfulness, tai chi y zen, termina reproduciendo una sensibilidad citadina de clase media, que no solo no cambia en nada significativo la relación con las abejas, sino que permite que se las perciba “especulativamente” como seres sufrientes, en una línea utilitarista asociada a la retórica del bienestar animal y a las ciencias del bienestar animal, pero despojadas de sus componentes neopositivistas.

En ambos casos, se exhibe un “optimismo cruel” que reproduce la realidad existente y produce a los sujetos cognoscentes como humanos, a lo sumo aparentemente más sensibles de su propia humanidad, sin que tengan la necesidad de conectarse con las luchas de las organizaciones animalistas, de discutir de forma crítica con los conocimientos procedentes de las ciencias naturales o de cartografiar, con el objetivo de situarse mejor, las técnicas, tecnologías y dispositivos que (re)producen la dominación animal y lo humano/animal de forma situada. La EM se convierte así, parcialmente, en una tecnología de especificación (Ávila y González 2022) que produce, en primer lugar, una versión actualizada de lo humano, obliterando su incardinación geopolítica y permitiendo ejercer un renovado antropo-poder sobre los demás animales. Es esta la tendencia—de tipo neocolonial—que en nuestros propios trabajos nos hemos esforzado por interrogar, no con el fin de suprimir la EM sino de volver a imprimirle el ímpetu característico de la teoría crítica.


Referencias

Ávila Gaitán, Iván Darío, y Anahí Gabriela González. 2022. Glosario de resistencia animal(ista). Bogotá: Desde Abajo.

Berlant, Lauren. 2011. Cruel Optimism. Durham, N.C.: Duke University Press.

de la Cadena, Marisol, and Santiago Martínez Medina. 2020. “In Colombia Some Cows Have Raza, Others Also Have Breed: Maintaining the Presence of the Translation Offers Analytical Possibilities.The Sociological Review 68, no. 2: 369–384.

Kirksey, S. Eben, and Stefan Helmreich. 2010. “The Emergence of Multispecies Ethnography.Cultural Anthropology, 25, no. 4: 545–576.

Moore, Lisa Jean, and Mary Kosut. 2014. “Among the Colony: Ethnographic Fieldwork, Urban Bees and Intra-species Mindfulness.Ethnography 15, no. 4: 516–539.

van Dooren, Thom. 2016. “Authentic Crows: Identity, Captivity and Emergent Forms of Life.Theory, Culture & Society 33, no. 2: 29–52.

Watson, Matthew C. 2016. “On Multispecies Mythology: A Critique of Animal Anthropology.Theory, Culture & Society 33, no. 5: 159–172.