El libro-objeto como testigo de la desaparición: narración, materialidad e imagen sobre las violencias paraestatales en Colombia
From the Series: Haptic Encounters of the Extrajudicial Kind: A Review Forum on the Photo-Book "Sin Cesar"
From the Series: Haptic Encounters of the Extrajudicial Kind: A Review Forum on the Photo-Book "Sin Cesar"
English translation below.
Una herida abierta en el territorio; un mar de palma y carbón explotado hasta su agotamiento; una fosa sin nombre; silencios sin escuchas; un dolor que no cesa. En el libro-objeto titulado Sin Cesar, Laura langa Martínez y Ariel Arango Prada exponen de qué manera la búsqueda del cuerpo de tres jóvenes desaparecidos, inhumados sin identificación o, como NN, en el Cementerio del Copey (departamento del Cesar, Colombia), localizados en el 2008, se ha vuelto parte de una historia de abusos. Esta historia es una y muchas al mismo tiempo, pues en ella diversas formas de violencia se entretejen y solapan entre sí. Es la historia de la segregación socioeconómica, el despojo de los territorios y los recursos naturales, de la violencia estructural, antisindical y paraestatal, entre otras.
Cada página e imagen de este libro deja entrever las marcas, las capas y los retazos de un ejercicio de memoria a contrapelo por el territorio. Un ejercicio de memoria sobre las diferentes violencias, pero también, sobre las estrategias de resistencia. El conjunto de fragmentos superpuestos permite visualizar el recorrido ritualizado a través del cual los productores de este libro-objeto han acompañado a la madre de uno de los jóvenes desaparecidos, en la búsqueda del cuerpo de los muchachos asesinados por integrantes del Ejército y grupos paramilitares, con la aquiescencia del Estado.
Las hojas con alto gramaje, el papel carbónico, las fotografías, los mapas y los diversos elementos que componen este libro, permiten descubrir una memoria táctil y visual a quien lo tiene entre sus manos. Página a página se va tejiendo la relación entre las personas presentes y ausentes, con la exuberancia de la naturaleza tropical, los cultivos, los lugares, las palabras dichas y no dichas, y el ejercicio de una violencia depredadora que ha impuesto el terror y la explotación a su paso. El horror de ayer perdura en los silencios de hoy y, en las huellas materiales que esas violencias han dejado en los cuerpos, los árboles, y las palabras que no se pueden pronunciar, pero que tanta falta hacen.
Algunas palabras aparecen resaltadas en este libro-objeto justamente por la marca que dejan estas ausencias en el lenguaje. Estas palabras vuelven a nombrar y a definir eventos in-creíbles, frente a los eufemismos utilizados para solaparlos. Como extraídas de un diccionario poético, ellas empiezan a nombrar lo innombrable, lo tergiversado, lo negado: Cesar, Ejecución, Enterrar. Palabras definidas a modo de respuesta para preguntas que han sido ignoradas o deslegitimadas por las agencias del Estado durante mucho tiempo: Dónde están, por qué dicen que eran guerrilleros, por qué los mataron…
Las palabras no dichas y las huellas disimuladas en el territorio y en las memorias de quienes aún persisten en los lugares de los hechos, son las luces y sombras que guían el camino de esta búsqueda. Susurros y pistas trazadas en los árboles sirven para ubicar la tumba negada a jóvenes ejecutados extrajudicialmente, presentados por el Ejército como guerrilleros dados de baja en combate.
La experiencia corporal, el estar ahí y poner el cuerpo en el espacio, permite rasgar capa tras capa, corteza tras corteza, para hilvanar un relato fragmentado, compuesto por diferentes piezas, cosidas en el lomo de este libro. El archivo de la búsqueda, sin embargo, está deslocalizado. Los documentos provienen de testimonios orales transmitidos por campesinos, fragmentos del diario de viaje, extractos de documentos oficiales, notas de prensa... Todas estas fuentes se van entrecruzando para develar la verdad de lo ocurrido y desvelarnos como testigos de estos hechos negados o tergiversados, como si ellos no hubieran existido, por la ignominia que representa su reconocimiento público. Esta forma de construir el libro, por medio de capas y fuentes de información muy diversas, se corresponde análogamente con la manera en que las madres de los jóvenes ejecutados extraoficialmente debieron reconstruir lo sucedido con sus hijos tras años de descrédito por parte de las autoridades oficiales.
Pero, esta historia de búsqueda de los jóvenes asesinados no es solo la suya. A su paso, ella se entrecruza con las historias de otras personas en los territorios donde fueron encontrados. Víctimas de allí y de aquí se unen en un campo de combate contrainsurgente por obra y gracia de los perpetradores. Los jóvenes fueron secuestrados en un sitio y trasladados a otro, donde fueron ejecutados por integrantes de las Fuerzas Militares, disfrazados como guerrilleros y enterrados como muertos en combate. Se los deslocalizó de su ámbito familiar, barrial, social, y se los relocalizó en un territorio en guerra. El mensaje de sus cuerpos travestidos y la estigmatización de su legado se une así a la persecución de amplios sectores de la población, en el propio lugar donde fueron inhumados. La historia de ellos se entrelaza con la historia de una profunda guerra antisubversiva por parte del Estado colombiano y la acumulación primaria de tierras por parte de algunos beneficiarios. Una guerra que, no solo se cobró la vida de esos jóvenes, sino también de campesinos, cosechadores de palma, sindicalistas, obreros, dirigentes de izquierda, ex combatientes desmovilizados, guerrilleros... Una guerra que transformó la región del Cesar, donde la palma y el carbón son hoy el paisaje dominante, a pesar de una larga tradición de lucha campesina. Muchos ríos y quebradas se han secado, han desaparecido un sinnúmero de personas, el cementerio se ha llenado de cuerpos sin identificación, y los derechos ciudadanos y laborales se han acotado a su más mínima expresión. En fin, un territorio militarizado, que se ha dejado en gran parte a la merced de grupos paramilitares y empresarios beneficiarios (de la Drummond, Prodeco, Palmas del Cesar, entre otras empresas)
El libro en su conjunto, como objeto y como relato, puede ser leído finalmente como una ofrenda. Por medio de él nos acercamos a los muertos y desaparecidos, al corazón del crimen y la impunidad, y dialogamos con la falta de las vidas arrasadas. Como ofrenda, nos permite el reencuentro con un ritual de luto que coloca a la memoria de los ausentes en un altar colectivo y nos convoca a los supérstites como testigos de los hechos ocurridos. Como dice en una de sus páginas, esta obra nos enseña a imaginar lo que se ha perdido con estas ausencias y lo que significa encontrar lo que nos fue arrebatado y ocultado. En definitiva, nos muestra cómo el buscar acompañado a las personas desaparecidas es lo que permite imaginar que aún somos parte de una comunidad humana, donde el lenguaje y la solidaridad no han perdido su poder simbólico. Es la dimensión social de este acompañamiento al ausente y a sus deudos, y el lenguaje compartido de que esas personas sí han existido y nos importan, lo que permite simbolizar la pérdida. Al recibir esta obra como una ofrenda, sus lectores, nos convertimos en testigos, y como tales, en sujetos de construcción de memorias públicas sobre los ausentes y lo que aún nos falta y duele.
An open wound in the territory; a sea of palm and coal exploited to exhaustion; a nameless grave; unheard silences; suffering that ceases not. In the book-object titled Sin Cesar (a play of words meaning both without the state Cesar and relentlessness), anthropologist Laura Langa Martínez and photographer Ariel Arango Prada expose how the search for the bodies of three missing young men in 2008, [1] buried without identification in the Copey Cemetery (located in Cesar, Colombia) has been part of a long history of abuses and plundering.[2] This story is one and many at the same time. Various forms of violence are interwoven and overlap with each other to make possible the existence of this type of spaces of disappearance and impunity. Some of these forms of violence are: socioeconomic segregation of an entire population, dispossession of territories and natural resources, structural violence, as well as anti-union and parastatal persecution, among others.
The journey to look for the disappeared is like a needle that threads several accounts of violence. Each page and image of this book reveals the marks, layers and traces of a territory-based exercise in memory running against the grain. An exercise of memory regarding different registers of violence, but also about multiple strategies of resistance. Many of them, related to the insistence on staying in place and taking care of the traces of these crimes, as well as the strength to keep searching for those who were taken away from this world.
The juxtaposing of fragments in this work allows us to scale the extensive journey by which the producers of this book-object have accompanied the mother of one of the disappeared while seeking out the remaining others. The murder of these boys is the result of the collusion between army personnel and paramilitary soldiers, all with the acquiescence of the Colombian State. The bond between them, of researchers and relatives of the disappeared, is strengthened through this ritual path. Along the way, friendships and camaraderie are formed, among other ways of expressing mutual affection.
The high coat-weight pages, the graphite sheets, the photographs, the maps, and the various tactile elements that make up this book are haptic to the touch and trigger sequences of visual memory. Page after page, the relationship is woven between bodies present and absent, with the exuberance of tropical nature, exuberant crops, places, words spoken and those unsaid, as well as the recurrence of a predatory violence that wreaks terror and exploitation in its wake. Yesterday’s violence endures in today’s silences, and in the material traces that these forms of violence leave in the bodies, the trees, and the words that cannot be uttered, but that seek reception. As we read through the book and turn the pages, our fingers become stained from handling the sheets of graphite. We can no longer be mere spectators; we become complicit with producing the world portrayed within, now belonging to them as well as to us.
Some words, in turn, are highlighted throughout this book-object precisely because of the absences they leave behind in language. These words return to name and shape un-believable events, as opposed to the euphemisms used to overshadow them. As if extracted from a poetic dictionary, they begin to name the unnamable, the misrepresented, the denied: Cesar (the personal name and verb “to cease”), Execution, Bury, Archive. Words defined as an answer to questions that have been ignored or delegitimized by State agencies for a long time: Where are they? Why label them as guerrilleros? Why was their murder justified?
The unspoken words, the traces concealed in the territory and in the memories of those who still inhabit the sites these events, become the lights and shadows guiding the path of this search. Whispers and clues branching out from trees serve to locate the denied burial of these boys extrajudicially executed when the Army claimed they were enemy casualties of war.
The bodily experience, being there and placing the senses in space, allows to tear layer after layer, bark after bark, to weave a fragmented story, composed of varying pieces, sewn together to form the spine of this book. The archive composing this search, however, is decentered. The documents come from oral testimonies transmitted by campesinos (peasants), fragments of a travel diary, extracts from official documents, press notes... All these sources are interwoven in order to bear witness to the injustice, turning towards us as bystanders of these denied or distorted facts, as if they had not existed. Facts silenced by the ignominy that their public misrecognition represents. This way of constructing the book, by means of a plethora of layers and sources of information, corresponds in real life to the way in which these mothers had to reconstruct what happened to their sons after years of disbelieve and lies by official authorities.
However, the stories amounting to the search for the disappeared belong not only that of their mothers. Along the way, their search intersects with stories from people living where the bodies of their children were found. Victims from here and there are united in the spectral zone of a counterinsurgent war, by the work and grace of the perpetrators. The young men were kidnapped in one place and taken to another, where they were executed by members of the Military Forces, disguised as guerrillas and buried as casualties of war. They were displaced from their family, neighborhood, and social environment and relocated in a territory in conflict. The message of their disguised bodies and the stigmatization of their legacy is thus linked to the persecution of broad sectors of the population, in the very place where they were buried. Their story is intertwined with the history of a profound anti-subversive war by the Colombian State and the primary accumulation of land by a handful of landowners. A war that not only has claimed the lives of these boys, but also that of peasants, palm harvesters, trade unionists, workers, leftist leaders, demobilized ex-combatants, guerrillas, soldiers... A war that radically shaped the region of Cesar, where palm and coal preemptively dominate the landscape, despite a robust tradition of peasant resistance with respect to this development model. Many rivers and streams have dried up, countless people have disappeared, the cemetery has been filled with unidentified bodies, and citizenship and labor rights have been reduced to their minimum expression. In short, a militarized territory that has been left largely at the mercy of paramilitary groups and their business partners (Drummond, Prodeco, Palmas del Cesar, among other privately owned companies).
The book as a whole, as an object and as a story, can finally be read as an offering. Through it we approach the dead and the disappeared, the heart of crime and impunity, as we dialogue with the vestiges of devastated lives. As an offering, it allows us to reenact a ritual of mourning that places the memory of the absent on a collectivized altar, summoning the survivors as witnesses of the events that occurred. As it says in one of its pages: This work teaches us to imagine what has been lost with these absences and what it means to find out what was taken and then and hidden from us. On the whole, it demonstrates how the accompanied search for missing persons is what allows us to act as part of a community, where language and solidarity rarely lose their symbolic power. It is the social dimension of this common search, alongside absentees and their living relatives, in addition to the shared vocabulary of loss and care, which allows us to understand the level of harm inflicted. By accepting this work as an offering, we, its readers, become witnesses, and as such, subject to the construction of public memories regarding the disappeared, of what went missing, and what still unsettles our worldmaking.
[1] Falsos Positivos is the name given by the Colombian press to the Colombian National Army's killing of non-belligerent civilians and labeling them as enemy casualties of war in Colombia's internal armed conflict. These crimes have been classified as extrajudicial executions under international humanitarian law. These crimes are currently being tried by the Special Jurisdiction for Peace (JEP), a judicial mechanism within Colombia's transitional justice system, set in motion with the signing of the Peace Agreements between the government and the FARC-EP in 2016.
[2] El Cesar is one of the thirty-two departments of Colombia. It is located in the northeastern part of the country.